29/1/16

El camalote, análisis de una grave amenaza



El  año 2004 se citó por primera vez a Eichhornia crassipes en el río Guadiana a su paso por la provincia de Badajoz. Desde entonces la situación de esta planta en Extremadura ha evolucionado alcanzando una situación más que preocupante en la actual.
En un artículo publicado en el diario HOY el pasado 28-1-2016 los profesores de la Universidad de Extremadura Trinidad Ruiz Téllez y Pedro Brufao Curiel nos presentan un análisis de la grave amenaza de esta invasión. Se trata de un texto más que necesario para presentar la verdadera situación de este gran problema y la necesidad de no decaer en la lucha contra esta planta.
En la siguiente dirección tenéis la noticia pero os dejamos también el texto a continuación:

El jacinto de agua o camalote ('Eichhornia crassipes') es una planta acuática originaria del Brasil, que comenzó a ser muy utilizada en los EE. UU. en el siglo XIX por su capacidad para depurar las aguas y por su valor ornamental. Al poco tiempo de difundir su uso, comenzó a constatarse su carácter invasor, siendo hoy en día especialmente problemático en las zonas tropicales de Asia, África y América, sobre todo en los países más empobrecidos.
Esta planta es capaz de reproducirse a mayor velocidad que el resto de vegetales que comparten su hábitat y termina eliminándolos. Posee una genética que ha hace doblar su peso, longitud y tamaño en breve tiempo, con unas tasas de multiplicación que son más propias de una bacteria o un hongo que de una planta superior, siendo capaz de doblar su biomasa en un mes. Así, cuando coloniza el cauce o canales de riego los tapona y puede llegar a impedir físicamente la navegación o la pesca. Cuenta además con diferentes modos de multiplicarse, todos ellos muy eficaces y complementarios, lo cual hace que su crecimiento en condiciones óptimas de temperatura, nutrientes y escasa o nul a velocidad del agua, factores que se dan perfectamente en el Guadiana, se dispare en cuanto no se controlan los restos de plantas de otros años que hayan quedado entre los cañaverales y las orillas del río. Sus semillas, que permanecen en el suelo donde se arrojen, son viables durante 20 años. La cuenca del Guadiana, cuyas características ecológicas y ciclo hidrológico natural han desaparecido totalmente por el regadío, es ahora un excelente hábitat artificial para esta planta invasora, que ocupa el cauce y pone en serios aprietos el objetivo de lograr el buen estado ecológico de las aguas superficiales impuesto por la Directiva Marco del Agua de la UE. A todo esto se le añade riesgo de entrar en los arrozales, canales de riego e infraestructuras hidráulicas de las Vegas del Guadiana, lo que causaría aún más graves perjuicios económicos.
El crecimiento masivo de 2005 ha vuelto a ocurrir el año pasado. La Confederación Hidrográfica del Guadiana realiza su extracción en otoño e invierno, habiendo depositado en las riberas miles de toneladas de biomasa de camalote, sesenta mil en 2015 y cuatrocientas veinte mil desde que se inició la plaga hace más de una década. Estas cantidades se habrían reducido a la centésima parte si se hubiesen realizado las extracciones en primavera temprana (febrero, marzo), sin dejar que la planta creciera tranquila y exponencialmente durante todo el verano, alcanzando la orilla contraria, floreciendo y fructificado con profusión. Así se expuso en los informes científicos de la Universidad de Extremadura desde el principio.
La factura para el contribuyente supera ya los 24 millones de euros y corremos el riesgo de que se cree y asiente una «economía del camalote» que, con dinero público y privado, trate de perpetuarse, a pesar de los exigentes criterios del vigente Real Decreto 630/2013 de especies exóticas e invasoras. Esta norma impide que el camalote pueda ser objeto de comercio, por lo que no tienen acogida en nuestro Derecho aquellas propuestas que pretenden su aprovechamiento industrial, dado que supondría un inmejorable incentivo para su expansión, siendo muy claro su texto: La inclusión de una especie en el catálogo de este reglamento «conlleva la prohibición genérica de su posesión, transporte, tráfico y comercio de ejemplares vivos o muertos, de sus restos o propágulos, incluyendo el comercio exterior» (art. 7)
A ello se le suma la inminente inclusión del camalote en la «lista de especies exóticas invasoras consideradas preocupantes para la UE» creada por el Reglamento europeo 1143/2014, de 22 de octubre, por el cual «se impide a las especies de esta lista introducirse en el territorio de la Unión, incluida la prohibición de tránsito bajo supervisión aduanera; mantenerse, ni siquiera en espacios contenidos; criarse, aunque sea en espacios contenidos; transportarse ni a la Unión, ni desde esta, ni dentro de esta, exceptuando el transporte de especies hasta instalaciones para su erradicación; introducirse en el mercado; utilizarse o intercambiarse; ponerse en situación de poder reproducirse, criarse o cultivarse, tampoco en espacios contenidos; ni liberarse en el medio ambiente», siendo obligación de los Estados miembros la adopción de «todas las medidas necesarias para prevenir la introducción o propagación no intencionada de especies exóticas invasoras preocupantes para la Unión, incluida, en su caso, la introducción o propagación por negligencia grave» (art. 7).
Toda actuación sobre el camalote en el Guadiana, en consecuencia, ha de ir encaminada a un control rígido, con vistas a su erradicación. Aquí en Badajoz es posible. Sin embargo, no es de recibo la comparación con los países subsaharianos donde la plaga, lógicamente, no ha podido erradicarse, ni el ejemplo de Estados Unidos, donde la legislación ambiental es mucho más laxa que en la Unión Europea, habiéndose empleado esta planta durante décadas en multitud de depuradoras de aguas. En Extremadura, la ya famosa frase «el camalote ha venido para quedarse», enunciada simplemente con intención pedagógica en su día, ha de estimular en nosotros la lógica preocupación y la búsqueda de resultados, pero no la resignación.
Por tanto, por los daños ya ocasionados y ante la grave amenaza que supone, toda actuación sobre esta peligrosa planta invasora ha de ir encaminada sin excepción a su erradicación y control, gestionando la cuenca del Guadiana según el ciclo hidrológico natural, restaurando el hábitat fluvial y aplicando la mejor ciencia y técnica disponible, siempre de la mano de la Ley.

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